Varias Autoras
25/02/2025 - 02/03/2025
Centro Andaluz de la Fotografía. Sala Jorge Rueda. Calle Pintor Díaz Molina, s/n. 04002-Almería
Horario general (1 de octubre - 31 de mayo): de martes a domingo, de 10:00 a 14:00 y de 17:30 a 20:30.
Horario especial de verano (1 de junio - 30 de septiembre): de martes a domingo, de 10:00 a 14:00 y de 18:30 a 21:30.
Agencia Andaluza de Instituciones Culturales
Centro Andaluz de la Fotografía
La exposición está compuesta por un total de 6 fotografías de Sarah Moon, Martine Franck, Cristina García Rodero, Graciela Iturbide, Ouka Leele y Françoise Núñez, pertenecientes al proyecto Imagina
"De los 36 creadores compilados en el grueso catálogo final del Proyecto Imagina que, dirigido por Manuel Falces, se desarrolló en Almería entre 1990-1992 y cuyo legado fotográfico fue decisivo para la creación del Centro Andaluz de la Fotografía, 8 son mujeres y de ellas, solo 2 son españolas: Cristina García Rodero y Ouka Lele.
Aunque desde la perspectiva de 2025, ese porcentaje puede ser juzgado como escaso, la presencia de las mujeres fotógrafas en el escenario expositivo español de finales de los 80 y principios de los años 90, era aún más exiguo.
De los 65 fotógrafos españoles que Joan Fontcuberta llevó a Marsella en 1988 agrupados en “Création photographique en Espagne, 1968 – 1988”, solo 4 eran mujeres. En “4 Direcciones. Fotografía Contemporánea Española, 1970 - 1990”, la exposición con la que la fotografía española ingresó en la modernidad traspasando al fin los muros del Reina Sofía, solo había 5 mujeres de entre 51 seleccionados.
Evoco estas cifras para dibujar el contexto en el que se desenvolvió la intervención de las mujeres fotógrafas en el Proyecto Imagina que, sin embargo, y desde el punto de vista creativo fue -al igual que la aportación de los hombres fotógrafos- siempre individual, singular y sometida a los intereses y el universo creativo de cada autora.
¿Rasgos comunes entre ellas? Quizá la fascinación por la sequedad y el desierto, por la desnudez del árido paisaje almeriense, por la ensoñación de un territorio tan agreste como bello, tan real como ficticio. Algo que también compartieron otros fotógrafos masculinos pero, ciertamente, destila mucha “mineralidad” la mirada sobre Almería de las mujeres de Imagina.
Aún así, y de las 6 fotógrafas seleccionadas para esta rápida serie que homenajea la mirada de mujer en las proximidades del 8M, la imagen de Graciela Iturbide (1942) que desde el desierto de Sonora ya llegó curtida en cactus y en mágicos realismos y espejismos de lo reseco y yermo, lo que manda es su otro gran tema: el mundo de las mujeres. Entre las pobladoras del barrio de La Chanca, probablemente, Graciela Iturbide encontró una suerte de conexión entre dos sures, una especie de fraternidad transoceánica con la potencia vital de sus mujeres mejicanas, aunque en Almería desprovistas del enigma de la máscara y el arquetipo, pero igualmente cargadas de una intensidad sobria y fascinante, dignísimas en su precariedad y vistas con la generosidad y la transparente respiración vital con las que siempre ha mirado tras su cámara para componer, como hace aquí, un retrato sencillo, directo y formidable, que se engarza en uno de los grandes ejes de su trabajo fotográfico: el peso de la conexión mujer / pertenencia / hogar y la memoria de los seres queridos -algunos, quizá difuntos, pues la muerte ronda siempre alrededor de Graciela Iturbide- enmarcados en las fotografías de familiares que antiguamente convertían el humilde salón de una casa en una especie de memorial o santuario.
Ouka Lele (1957 – 2022) se despega aquí de la adherencia pictórica, pop y saturada de la habitual sublimación naif con la que transcendió lo doméstico y cotidiano y nos ofrece la instantánea del recuerdo de un bello paisaje simple y cavernícola, esa irrupción de la roca majestuosa emergiendo sobre el mar en la que concluye la lengua de arena y de desierto: una postal de sosiego y transcendencia en el que la roca semeja el posado de un gigantesco animal antediluviano. Almería pura.
Cristina García Rodero (Puertollano, 1949) se va a Tabernas, donde los decorados del “spaghetti western”, y fotografía la fachada de una casa falsa -todo exterior y apariencia, como una valla publicitaria de las que también se sostienen por estructuras que las mantienen erguidas- que resplandece aislada en mitad de un desolado secarral. Documentalismo de una fantasmagoría. Especie de trampantojo visual. De estafa a la vista. Y metáfora de una vida muerta. Los restos abandonados en mitad del vacío de un esplendor de rodajes moribundo.
Martine Frank (1938 – 2012) detectó la violencia de los restos de vida exterminada por la inclemencia brutal de un paisaje, desconsoladoramente bellísimo, en los restos de una vivienda cuya estructura de ladrillos, que la desconchada pintura blanca ha dejado al aire, parece integrarse cromáticamente con la loma de vegetación raída que emerge, y la aprisiona, detrás de la fachada. Ninguna vida será posible en el entorno calcinado de esa imagen entre apocalíptica y alucinógena que testimonia el delirio de unos pobladores que intentaron echarle un pulso al paisaje. Y lo perdieron. Esa casa abandonada visualmente integrada en la resecación de una loma es el testimonio de que, una vez, fueron expulsados del paraíso.
La fascinante capacidad de Sarah Moon (1941) para generar imágenes evocadoras, como sueños positivados, libres de interpretaciones y narrativas, encontró en los paisajes almerienses un potencial naif que debió desatar la fabulación de una creadora célebre por unas imágenes que huyen de la temporalidad y la espacialidad de lo que parecen capturar para construir con esos elementos unas imágenes indeterminadas y ambiguas que aquí repelen la luz y abrazan el desconcierto de una tiznada oscuridad. De la serie, muy pictórica, que entregó al Proyecto Imagina sobresale su inclinación a las arboledas y los palmerales intervenidos en las fotografías como si fueran oscuros dibujos infantiles.
Por último, las fotografías que Françoise Nuñez (1957 – 2021), entregó al proyecto Imagina comparten con Sarah Moon su mutua inclinación a las palmeras y a los borrosos paisajes nocturnos, como el que presentamos, que parece abocetado, con una trepidación que sugiere un cierto movimiento, con el caserío visto como una mancha de cal vibrando en mitad de la calma noche. La concentrada penetración de la mirada de Nuñez sustancia el paisaje y le inyecta una potencia onírica, como si el paisaje fuera una construcción cercana a la ficción, como si la toma hubiese ocurrido durante un estado de vigilia, entre el sueño y el despertar. Otro ejemplo de la fascinante capacidad de Nuñez -fotógrafa no suficientemente puesta en valor en España- para excavar en la realidad lo que la realidad tiene de incierta y fantástica."