Ori Gersht, Idris Khan y Boo Ritson
26/03/2009 - 03/05/2009
Sala Santa Inés. C/ Doña María Coronel, 5. Sevilla
Martes a sábado de 10,30 a 14 horas y de 17,30 a 21 horas. Domingos de 10,30 a 14 horas. Lunes cerrado
Consejería de Cultura. Centro Andaluz de la Fotografía
Comisarios por Tamar Arnon & Eli Zagury
Agradecimientos a Poppy Sebire, Helen Carey, Andrew Mummery, Anna Mustonen & Victoria Miró
Orden desde el caos. Fotografía británica contemporánea es una exposición de tres artistas británicos que figuran entre los mejores de la fotografía actual y que con sus últimos trabajos representan el nuevo pictorialismo del siglo XXI. Se trata de Ori Gersht, Idris Khan y Boo Ritson, reunidos por primera vez juntos. Todos encarnan tanto al fotógrafo como al artista.
La fotografía británica está considerada como una de las más renovadoras de los próximos años a la hora de concebir el mundo del arte. Ori Gersht, de amplia proyección internacional y considerado un maestro, explota la idea del bodegón cuestionando el concepto clásico decorativo; Idris Khan ha irrumpido con fuerza en el círculo del arte, empleando para ello la superposición de capas, imágenes, textos o partituras, creando imágenes únicas; la obra de Ritson es única y su técnica una de las más innovadoras de los últimos años.
El visitante encontrará cuarenta y dos imágenes de gran formato, llegando a alcanzar 2 x 3 m, algunas de muy diverso estilo, en una apuesta por la innovación y la búsqueda de nuevos escenarios, donde el arte pueda desarrollar lenguajes acordes con la contemporaneidad y sin temor a transgredir las falsas fronteras que lo encorsetan.
Junto a ellas, el público podrá contemplar además una puntera instalación de vídeo de Ori Gerst y un vídeo de Idris Khan.
De amplia proyección internacional y considerado un maestro, Gersht explota la idea del bodegón cuestionando el concepto clásico decorativo y revelando una violencia y un dinamismo latentes.
Crea escenas en tres dimensiones inspiradas en naturalezas muertas holandesas y francesas, a continuación las congela con nitrógeno líquido, las detona y las fotografía utilizando las técnicas fotográficas y los controles de velocidad más avanzados.
En la serie de flores desdibuja los límites entre pintura y fotografía, resultando una obra elocuente y seductora. Para las imágenes más recientes de la serie Blow Up [Estallido], Gersht utilizó una cámara digital que le permitió reproducir las obras a mayor formato y aun así definir todos los detalles con una sorprendente nitidez.
Tras colgar una de las imágenes en su casa durante varios días, se le ocurrió que la imagen también evocaba la explosión de una bomba suicida. Las flores, que suelen simbolizar la paz, se convierten en víctimas de un terror brutal, revelando una belleza incómoda en proceso de destrucción.
En la puntera instalación de vídeo titulada Pomegranate, lo último en videoarte, Gersht recurre a dos fuentes discordantes de la historia del arte: la pintura de bodegones y la fotografía de alta velocidad. La bala que atraviesa el bodegón barroco acciona una nueva dialéctica —quietud/movimiento, paz/violencia, belleza/destrucción— que genera una comunicación sensorial. Una imagen extraída de este montaje forma además parte de la exposición.
Khan ha irrumpido con fuerza en el círculo del arte. Compone sus fotografías con el fin de aportar nuevas lecturas de la historia de la fotografía, el arte, la literatura y la música. Superpone imágenes, textos o partituras, creando megaimágenes únicas, muy en la línea del fotógrafo francés Batut en el siglo XIX.
Así lo ha hecho con cuadros de Turner, fotografías de edificios industriales de los Becher, textos de Freud o sonatas de violonchelo de Bach.
En este último, escaneó todas las páginas de una versión moderna de sonatas de violonchelo para producir una imagen con conjuntos de notas espectrales que se funden en la abstracción. El autor también recupera la noción del tenebrismo del pintor itailiano Caravaggio. A través de la superposición de capas, Khan da al traste con la unidireccionalidad de la luz, que en Caravaggio procede de una fuente muy concreta.
El resultado es una explosión de color que depara nuevas lecturas sobre el trabajo del pintor. Con sólo 30 años, la obra de Khan muestra madurez y musicalidad. “Obviamente, no se trata de volver a fotografiar las imágenes para conseguir copias exactas, sino intervenir y lograr un abanico de sentimientos —calidez, humor, ansiedad— que de no ser así se considerarían imágenes frías y distantes”, afirma Khan.
El autor ha dado un paso más realizando un vídeo para el que extrajo tres minutos de cada una de las seis suites de Bach y superpuso tanto los sonidos musicales como las imágenes en movimiento de las manos de los violonchelistas. Utilizó además sonidos grabados de su padre, musulmán, orando.
La obra de Ritson es única y su técnica una de las más innovadoras de los últimos años. Su trabajo habita en una singular tierra de nadie, un lugar a medio camino entre la pintura, la escultura y la fotografía.
“Me formé como escultora, pero me faltaba algo… Era como si tuviese que elegir en contra de la pintura, lo cual no quería. Supongo que ese profundo deseo de pintar me impulsó a pintar las esculturas que hacía”.
En lugar de pintar sobre un lienzo, lo hace directamente sobre sus modelos y a continuación los fotografía antes de que la pintura se seque, para lo cual dispone de 30 minutos escasos. Le interesa representar al imaginario estereotipado de la cultura norteamericana, personajes inspirados en el cine de serie B estadounidense, entre ellos prostitutas, vagabundos, mafiosos, etc.
Consigue así esta innovadora técnica: pinceladas que apuntan al expresionismo y personajes estereotipados del submundo americano que pertenecen al pop más duro. Graduada en el Royal College of Art hace apenas tres años, la obra de Ritson ha despertado un enorme interés y se ha incorporado al elenco de destacados coleccionistas.