Las nuevas tendencias artísticas conviven con las tradicionales en el CAF: Marín y Fontcuberta
En la planta baja del edificio cuelgan las fotos de Luis Ramón Marín, un fotógrafo de la España del primer tercio del siglo XX condenado al olvido, mientras que en la planta superior aguarda un planteamiento de actualidad el tránsito del coleccionismo de creación a la creación como coleccionismo, desarrollada por el comisario Joan Fontcuberta.
Luis Ramon Marin. Bailarinas dando clase en el Teatro Real. Madrid, julio de 1922.
Luis Ramón Marín, 1884-1940, desarrolló durante más de treinta años una extraordinaria labor publicando miles de fotografías, y es considerado uno de los padres del periodismo gráfico. Un viaje por la fotografía y un viaje por la historia.
Bajo el título Marín. Fotografías 1908-1940, se agrupan 67 obras cuidadosamente seleccionadas del total de 18.000 negativos encontrados y guardados durante más de setenta años. La relevancia de su archivo reside no solamente en su magnífica calidad estética y artística, sino en su visión documental que permite, casi un siglo después, recomponer la sociedad española de comienzos del siglo XX a través de los personajes del momento, de la vida política, incluso de los nuevos artefactos que habían de adquirir una gran importancia en el futuro, de los sucesos dramáticos, de la aparición de las modernas industrias, de la Guerra Civil, etc.
Colección de Martin Parr.
Obra-colección. El artista como coleccionista, comisariada por Joan Fontcuberta, documenta una situación actual: el tránsito del coleccionismo de creación a la creación como coleccionismo. Participan diez autores bajo la misma premisa: renunciar a seguir tomando fotos y no contribuir a la sobresaturación icónica actual.
El visitante no encontrará en ella una exposición fotográfica convencional, dada la diversidad de formatos de las colecciones de los diez autores, como dos videos, uno con sonido y otro sin sonido de Périot y Emilio Chapela, las series de Simpkin o Umbrico, con fotos realizadas en revelado rápido y de carácter efímero, hasta las colecciones más tradicionales como la de Martin Parr, o los 96 libros que nos presenta Schmid.